La magia de las matemáticas
Las clases de primaria dedicamos el último período del trimestre a las matemáticas.

Si nos preguntan desprevenidamente para qué sirven las matemáticas, seguramente responderemos: para hacer cuentas, para resolver situaciones problemáticas de la vida diaria, para saber de qué se trata un descuento o un interés, para comprender las condiciones de un préstamo o para entender un gráfico… y es cierto, nos sirven para todo eso. Pero hay más.
Las matemáticas son una ciencia maravillosa que desde la antigua Grecia ha transitado por los laberintos del mundo, de manera visible e invisible, buscando leyes y verdades. Para ello, el ser humano ha utilizado unos instrumentos maravillosos: el pensar y la imaginación.
Estamos en tiempos de grandes cambios, incluidos los matemáticos que aparentemente son más estables. Precisamente el gran error es pensar que la matemática no cambia, que es una ciencia estructurada, fría y objetiva. Y no es así.
Las matemáticas en el aula, sobre todo en los primeros años, deben trascender. Deben ser el ámbito dónde se despierte la curiosidad, el ingenio, la imaginación y la capacidad de enfocar, analizar, deducir y resolver todo tipo de situaciones. Las matemáticas deben ligarse a todo aquello que precisamente da alas a la creatividad, la imaginación y el ingenio. Y para que su enseñanza cumpla su cometido, las matemáticas deben sentirse desde dentro.
¿Cómo lo hacemos?
Sobre todo en los primeros años, toda clase de matemáticas necesita estar ligada al movimiento y al ritmo.
Desde primera clase se aprenden los números y las operaciones básicas realizando conteos de forma rítmica. Contar números siguiendo un ritmo y una secuencia de movimientos hace que en la clase resuene una vibración especial que permite percibir y sentir el ritmo de cada número y tabla.
El caminar rítmicamente los números nos permite el aprendizaje de las escalas. Es un camino importante para que el niño pueda sentir las matemáticas. Hacer que un niño vibre en el mundo de los ritmos lo lleva a sentir la dinámica que se esconde detrás de los números y le permite desarrollar su capacidad para relacionar.
Un buen ejemplo de ritmo y movimiento en la clase de matemáticas, son las tablas de multiplicar. Por eso, pedimos a los niños que caminen por la clase y vayan haciendo palmas y nombrando cada tercer número del 1 al 36. Enseguida brota un ritmo como musical que activa la memoria rítmica de los niños. Esto permite que descubran por ellos mismos los amigos del 3 (futura tabla del 3), ya que sienten unas coincidencias que les llevan a intuir unas regularidades que se repiten.
Además, lo enriquecemos, añadiendo más movimientos, melodías o, por ejemplo, pedimos a los niños que vayan caminando nombrando los números del 1 al 36, y que un grupo golpee con el pie cada dos números golpeen y otro grupo dé una palmada cada tres. Así, partiendo del ritmo de cada número, sienten la diferencia entre el número dos y el número tres. Poco a poco, también se darán cuenta de las coincidencias entre las tablas, coincidencias que son el mínimo común múltiplo.
Lo más interesante es que los niños viven este proceso primero como una intuición interna, pero que más tarde podrá proyectar al exterior y comprenderla, creando movilidad de pensamiento.
La matemática también nos da la posibilidad de dibujar y plasmar visualmente sus contenidos, así como de oírlos y reproducirlos. Los griegos fueron maestros en relacionar el contenido aritmético y geométrico. De este modo, si marcamos el ritmo del dos, del tres, del cuatro… en un círculo, surgen hermosas figuras geométricas, un mundo de estrellas y polígonos. Se trabaja siempre a mano alzada, lo que transforma la mano en una herramienta ajustada y certera para la plasmación de la idea.
Son importantes los ejercicios de lateralidad, de equilibrio y de ritmo. En la medida que el cuerpo se flexibiliza, se flexibiliza el pensar.
Bibliografía:
Reinhardt, Ana E (2007). Des-cifrar: la matemática en la escuela. Tomo I: de los 7 a los 9 años. Villa Adelina: Antroposófica
Día a día dentro del aula de infantil
Recién nos dejamos acariciar por los primeros rayos de sol de la primavera y se siente ese cálido abrazo que nos brinda, tan cálido como el acogimiento que hay en nuestra escuela por parte de las familias pues sin él este proyecto no brillaría tanto como lo está haciendo ahora.
La naturaleza empieza a despertarse y los niños de nuestro jardín están más despiertos, saltan de piedra en piedra, cantan acompañando las canciones de sus compañeros de primaria, corren en busca de mariposas, acarician los primeros caracoles que van apareciendo en el jardín, bailan entre las flores,…
En infantil ya somos 12 niños y con respecto a la actual gestión queremos compartiros los nuevos cambios y como nos estamos organizando el día a día en el aula.
La mamá de nuestra alumna Ramona va a estar en nuestra clase ayudándonos los jueves, que es el día de las acuarelas y su ayuda y hacer hará que podamos brindarles mejoras a los niños.
La mamá y el papá de Leo se encargarán de cocinar algunos lunes el almuerzo y nos traerán la comida lista desde casa, como ya sabéis es el día del arroz y ellos se encargarán de sorprendernos con una nueva receta vegana y mucho cariño.
La mamá de Chiara también apoya a Mónica, la maestra de infantil, desde hace varias semanas atrás aportándole y embriagando el jardín de toda su experiencia en pedagogía Waldorf. También nos acompaña Celina, la hermana de Chiara que recién ha cumplido 3 añitos.
El papá de Kaspar, también está siendo un gran apoyo en nuestro día a día dentro del aula. Él está acompañándole en su adaptación y a su vez nos está ayudando en todos los quehaceres, esto hace que todo sea más liviano, los maestros y los niños estamos muy agradecidos.
Transmitiros nuestra gran gratitud hacia vosotros, las familias, por toda esta ayuda, por esas sonrisas mañaneras cuando nos entregáis a los tesoros de vuestra casa, por esas miradas de apoyo cuando nos cruzamos por algún rincón del colegio, por esas coladas brillantes que nos entregáis los lunes, vuestros ideas y gestos, visibles e invisibles. GRACIAS por las semillas que sembráis en esta escuela viva.
Un cálido abrazo de los maestros.
Salud: El chucrut y sus propiedades
La cerveza, el vino, el miso, el yogur, el pan son sólo algunos de los alimentos fermentados que comemos comunmente. En palabras de Sandor Katz, el gurú norteamericano de la fermentación: «… Podríamos definir fermentación como la acción transformativa de un elemento orgánico por microorganismos…». Si bien esta acción no siempre genera un resultado agradable o incluso saludable para el consumo, en muchos casos sí lo hace y el ser humano, a lo largo de miles de años, ha sabido controlar y crear las condiciones para fermentar alimentos y obtener al final del proceso algo más sano, más sabroso y que se conserva mejor que su predecesor. Una alquimia orgánica orquestada por millones de microorganismos a los cuales les damos el medio adecuado para que realicen su tarea: comer y reproducirse. Lo mismo ocurre en todo momento dentro de nosotros, mayormente en nuestros intestinos, donde estos pequeños seres ayudan a digerir y transformar elementos que de otra manera no nos serían asimilables. Cada uno de nosotros somos huéspedes de esta extraordinariamente elaborada comunidad microbiana. Hay quien incluso le da la cualidad de órgano, no sin razón, pues la microbiota que albergamos en nuestro interior tiene un peso de entre 1,5 y 2kg, y supone entre el 70 y el 90% de las células de nuestro cuerpo, es responsable de gran parte de nuestro sistema inmunológico e incluso de la generación de muchos de los neurotransmisores que usamos en nuestro cerebro! Tenemos que empezar a pensar en el ser humano como una simbiosis con un ente no-humano (en realidad, millones de entes) sin el cual la vida no sería posible. Vivimos y digerimos gracias a ellos, incluso con el papel que juegan en la generación de nuestra química cerebral podríamos decir que sentimos y pensamos condicionados por su actividad!

Comprendido lo anterior entenderemos los beneficios de incluir fermentos en nuestra alimentación ya no solo por su sabor y propiedades gastronómicas, sino por ser un cultivo de microogranismos beneficiosos que ayuda a repoblar y mantener en equilibrio nuestro órgano microbiótico interno. Son los llamados ‘alimentos probióticos’. Condición para esto es que sean fermentos de los llamados ‘vivos’: en el pan por ejemplo, a pesar de pasar su elaboración por un proceso de fermentación, la cocción final acaba por ‘matar’ el cultivo y no nos beneficiará en este sentido.
Uno de los fermentos más sencillos con los que podemos empezar a explorar el saludable mundo de los alimentos probióticos es el chucrut o sauerkraut (col agria en alemán), tan sencillo como que lo único que se necesita es una col repollo y sal.
Receta: Chucrut

Para una col de unos dos kg usa 3 cucharadas soperas de sal. Corta la col tan fina como te vaya a gustar luego el resultado y ve espolvoreando sal por encima. Para que la sal penetre y la col vaya soltando el jugo masajearemos con las manos enérgicamente. Para hacer esto yo usé una fuente grande de ensalada y fui haciéndolo por partes como de un cuarto de col cada vez. Al terminar con cada parte debes ir metiéndola en el recipiente donde finalmente dejarás la mezcla fermentando, un bote tan grande como para que quepa toda la col. Al meter la col en el bote, presionaremos fuertemente para que quede compactada y forcemos la salida del jugo, para ello podemos usar los puños o el culo de un vaso.
Cuando terminemos usaremos algo a modo de tapa que ajuste en el bote por dentro y le aplicaremos un peso para ayudar a que la col suelte el agua y para que quede totalmente sumergida. Para ello podemos usar un plato, un bote o una bolsa de plástico llena de agua. Dejaremos el bote en un lugar que no moleste pero donde lo veamos, pues deberemos aplicar presión a la tapa tan frecuentemente como nos acordemos de ello. Lo normal será que al principio el nivel de líquido no sea siquiera visible pero a lo largo del día veremos que va subiendo hasta cubrir por completo la tapa. Si tras 24 horas esto no ha ocurrido, añadiremos agua salada, aproximadamente con una cucharadita de sal por cada taza de agua. Hemos de comprender que el proceso de fermentación en este caso debe ser anaeróbico, es decir, sin presencia de oxígeno, por lo que la col debe permanecer sumergida en todo momento. Comprobaremos el tema cada día o par de días para verificar que todo va bien y al cabo de una semana podremos empezar a disfrutar de un delicioso y saludable chucrut!
Si nos vemos creativos podemos añadir otras cosas a la mezcla: ajo, zanahoria rallada, remolacha… lo que se nos ocurra!
El huerto en primavera
La primavera ha llegado a nuestra clase de huerto. Los niños han trabajado duro en estos semilleros que ahora empiezan a brotar con la magia verde de la naturaleza


Os dejamos con un poema que leemos en clase en este particular periodo:
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El huerto en Primavera
Me gusta mi huerto
Donde siembro mucho,
Y lleno mi cesto
Y también el tuyo.
En marzo guisantes
Siembro tan campante
Rábanos y remolachas
Y también patatas.
Abril, con aguas mil,
Tomates, espárragos y calabacín.
Coles muy hermosas yo también cogí.
En mayo nabos planté
Y los tomates cuidé.
Mientras sembré las judías
Los rábanos recogía
En junio lechugas planto,
Calabacín y patatas
En mi cesta voy guardando.